El Linaje de Shylock o de su Broma

A mi se me hizo creer que la actitud de la iglesia medieval hacia la tasa de interés era intrínsecamente absurda

Keynes

 

En algún lugar de su extensa y prodigiosa obra, el aquinatense escribe: el fin del dinero es gastarlo. Santo Tomás condena el uso y abuso del dinero como instrumento especulativo (antes Aristóteles en la política mostraba perplejidad ante la partenogénesis del dinero). Advierte el de la Universidad de Paris que no entrarán al reino de los cielos aquellos cuyo oficio haya sido la usura. León Bloy en su libro La Salvación por los Judíos, entre claridades señala, lo que es la clave para comprender la ruina y el fracaso del mundo. Cuenta allí: los judíos al entregar al hijo pobre del carpintero para luego ser asesinado, pervirtieron, cancelando, el fin de la riqueza y el dinero: la felicidad no el interés. Según Bloy, los judíos acaban con Jesús al éste enarbolar la pobreza y, predicar sin desmayo la caridad, el amor al prójimo, únicas virtudes para ganar el cielo. Virtudes reñidas ¿casualmente? Con la vida de los judíos dedicada al odio de la pobreza. Con la muerte del predicador se sustraen, sabotean la caridad, la solidaridad; ya éstas no tendrán lugar en ningún sitio, separando para siempre al dinero (numeratum) de la energía divina es su ser temático (pleromático). Estas especulaciones gnósticas y oscuras de Bloy, se corroboran un poco si nos ponemos atentos, cavilamos un poco  en las comunicaciones oblicuas entre las etimologías de algunas palabras latinas, que pese al uso, abuso, venir frotadas, confrontadas, seguir siendo abusadas en el tiempo y con el tiempo en zigzag conservan, aún, entre ellas un retombeé que suena y resuena  en la cabeza de todos los significados sugeridos por el místico. La palabra nos habita y habita. Palabras como nombre, numinoso, número, numerario, poseen a pesar de la historia y por la historia particular de cada palabra la misma raíz: Num. Raíz que señala lo divino, lo sagrado. De allí las relaciones posibles, las conexiones entre lo acontecido con la vida y la muerte de Jesús, la cirugía (separación) operada por los judíos de la riqueza y el dinero, del principio que las ligaba a los hombres. 

Quizás todo exista por la palabra y lo que ocurra y deje de ocurrir en ella y con ella, ella y el dinero en un principio son pleromas. 

Según el evangelio de San Mateo, Cap. 6, versículo 24, nos dice: “No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a Mammóm”  

Los judíos y el mundo eligieron a Mammóm: la riqueza injusta (lo sabemos por Robert Graves). No es casual que Shakespeare en su obra “El Mercader de Venecia”, ponga como protagonistas, a dos personajes, con caracteres irreconciliables: al mercader (emprendedor) Antonio y al prestamista (usurero judío) Shylock. El especulador no arriesga, gana sin jugar, no apuesta, no sabe apostar, es muy serio, torpe, solo guarda, engorda, es banca no se mueve: obstáculo en la circulación, desquicia el medio campo: al mercado, la producción, el consumo, a la producción de consumo. Shakespeare con Shylock revela la matriz social, cultural y económica que se hará hegemónica y absoluta en el mundo. Estructura social de deseo que opera como carencia.  La ley, el poder, como sobredeterminación vertical, impone al deseo la carencia. Para Lacan en el principio existió la marca de algo perdido que no se tuvo. Esa huella, esa marca, sólo es concebible como hoyo, es carencia originaria: la cosa. No se trata de alentar ningún antisemitismo viejo o nuevo, ni racismo: blanco, negro o trigueño. Es mostrar con Shylock que la Ley, el Poder, el Padre, estructuró al deseo carente. Con Shylock, Shakespeare patentiza la estructura ontológica del poder, del deseo que separa a la multitud, al pueblo de su potencia, la potencia social. La apropiación de la riqueza en el capitalismo no será directa, conectada con la potencia sino indirecta, mediada por el poder, siendo consecuente con el espíritu de Shylock. De esto, Marx también sabía (no se si por Shakesperiano o por estudioso de la sociedad, o por ambas; como haya sido llega) 

En la Sagrada familia reflexiona e ironiza sobre la cuestión judía. Apuntaba allí que con el reconocimiento de los derechos humanos universales, los judíos tenían más derecho a ¿gozar? De este reconocimiento, al ser la sociedad civil por esencia comercial y judaica, y constituir ellos fundamento de esa garantía ¿drama? Años antes Hegel, sin timidez se refirió a la sociedad civil ¿judaica? Como el reino animal del Espíritu. En alguna parte algo huele mal. Este mundo está fuera de quicio (the time is out of joint). 

“Amo a aquél cuya alma se disipa;

Que no pide gratitud y devuelve; pues

Siempre da – se da entero.”