The Four Horsemen of the Apocalypse, from The ApocalypseDate: c. 1496–98
The Four Horsemen of the Apocalypse, Autor: Albrecht Dürer, German, 1471-1528

Hilando un discurso poético-filosófico, Carlos Angulo emprende una exploración interior hacia los surcos profundos de Los Sum Sun Verdí, la más antigua forma de conocimiento concebido por la humanidad, cuando las teologías aún no imperaban y se compartía un saber consensuado a largos períodos  de distancia de los absolutismos, capitalismos, totalitarismos, de cualquier índole, patentizado peligrosamente en el avasallamiento de las posteriores sociedades tecnocráticas, cada día más voraces, desacreditadoras de la regularidad ineludible de la naturaleza. 

Basta una mirada al entorno: vivimos en medio de la angustia, el desafuero y la confusión humana más despiadada, atrapados, como estamos, en la perplejidad más absoluta, prácticamente desvinculados de nuestro común origen silvestre, consustanciado in illo tempore con la Naturaleza, en la pulsión real de Ser natural.

Transformados en generaciones de eunucos mentales, nos postramos ante inverosímiles imaginerías etéreas de carácter metafísico, ignorando los intrincados ciclos evolutivos de los complejos procesos bioquímicos de la estructura biogenética de los cuerpos celulares, asociados a  Los Sum Sun Verdí en una natural manifestación generadora de vida.

Más allá de la diatriba finisecular entre lo arcaico y lo moderno, o de una vuelta idealista hacia los parajes de una vida primitiva de inocentes salvajes rousseauniano, añadiendo incluso la aspiración de una nueva estancia en el ilusorio Paraíso Perdido miltoniano, si o no –según la persistencia de la ecuménica iglesia–, el drama actual consiste en la ignorancia, tanto tiempo consagrada, del hombre y la mujer del mundo contemporáneo, aunque aparentemente autoconsciente de sí mismo desde el triunfo del racionalismo cartesiano.

Roedores de laboratorios, los humanos habitan una época donde es posible llevar a cabo una próxima misión de conquista espacial a alguno de los planetas o satélites cercano a la Tierra, sin ser tomados en cuenta para la proeza. Asaltados por la manipulación de los poderosos latifundistas de la comunicación del Sistema Mundo, comparten atribulados muchas bandas del espacio donde paradojalmente son victimas dóciles de la más despiadada alienación, transfundida en los fervores de los mass media del Siglo XX, precursores del inmenso poder mediático de la comunicación de  Internet en  el presente.

En diversas regiones, compartidas entre el campo y la ciudad, pacen las ovejas sumidas al por mayor en una terrorífica cosificación de sesos vacios, instrumentalizados cuan marionetas en manos de los monstruos dominantes del desatado caos de las redes sociales, empolladas en el incansable curso de una cibernética irracional, prohijada por los grandes consorcios del Sistema Capital Global, desbocado en su avidez demencial de dinero sobre dinero.

Frente a estas referencias de sorprendentes nociones, como intelectual y hombre de ciencia, sumido en la atmósfera de sus impulsos poéticos, consciente de indagar a fondo en los efectos de los avances científicos y tecnológicos, Carlos Angulo –médico y psicólogo–, con su libro Los Sum Sun Verdí, no pretende deslizarse avieso, sin rigor, por debajo de la dicotomía entre lo viejo y lo nuevo, su apuesta es por una saludable y necesaria cohabitación en la armonía de las cosas surgidas para el bien común de la humanidad. Su atenta sensibilidad de poeta anhela, sostenida sobre una visión operante de la estructura material del Cosmos en su primitividad, busca establecer un nexo armonioso entre los estándares del conocimiento científico y la conducción social del mundo, dentro de la pluralidad de signos provenientes de la matria naturaleza. La esencia de lo originario en su naturalidad siempre permanece, está ahí presente, perenne, alrededor de nosotros, sin aspirar a ningún rango de pleitesías diosanas.

Lo verdadero, despojado de manipulaciones, establece que no hay progreso sin regreso. Esta contundente afloración, que podría tomarse como axioma, podría verificarse, por ejemplo, en los avances más recientes de la medicina. El pródigo arsenal de las plantas medicinales,  aplicado desde tiempo remotos por los chamanes en los cuerpos de los primeros humanos agrupados en comunidad, es el mismo arsenal herbolario empleado en la elaboración de la mayoría de los fármacos procesados en los laboratorios de las transnacionales farmacéuticas, que toman arbitrariamente la materia prima de los densos bosques de las zonas selváticas especialmente de África y Sudamérica, mediante un mecanismo de robo sistemático, a través de un régimen de patentes fraudulentas, desconociendo el saber chamánico de una praxis de la medicina  más antigua, trasmitida, aun hoy día, de generación en generación.

La lectura continua del libro se desplaza hacia otros derroteros, similares a los señalados arriba, con el mismo propósito de alertar sobre el riesgo global de la extinción humana si no cuidamos el planeta azul donde existimos precariamente. Incluso, más de lo imaginable, un numero ingente de humanos, incluso entre los otros animales, sigue consustanciado con el uso cotidiano del asombroso legado de las propiedades de las plantas ascentrales, contra el riesgo creciente de deshacer el núcleo de la relación vital con la naturaleza silvestre. De esta manera, sensible a las más bondadosas emociones, es posible salvándonos de ser víctimas del abismo de las sombras tenebrosas, en el borde de una posible hecatombe anunciada, quizá superior a la destrucción de las bestias activas en la era Mesozoica.

Si algo sacamos en conceptos diáfanos del libro de Carlos Angulo es la honestidad con que plantea sus contundentes reflexiones, sin desorientarse de sus objetivos reconstructores de la existencia terrena. Sus puntos de vista tienden a establecer parámetros convivientes opuestos a la desnaturalización de la vida genuina. En su configuración de las actos no se discriminan los destinos de los habitantes del mundo, todos estamos a merced del cataclismo y se hace urgente la concreción de un púdico sistema ético, afianzado en nuevos valores, capaces de atemperar las proyecciones dañinas de los  planteamientos tecnocráticos y científicos modernos y estimular una ubicación en el umbral de una convivencia saludable, y así poder eludir el deseo recurrente de muchos y muchas de querer detener el mundo y bajarnos de él para hacerlo más justo, más benigno, más pulcro, hacerle una purga y volver a ocuparlo con un sentido de vida menos inclemente.

Un místico contemporáneo, si es que esta especie existe, debería comportarse como un creyente de la esperanza y revelador de las razones ocultas, al mismo tiempo un soñador tras la utopía perenne, asistida por una noble voluntad colectiva. En esta perspectiva, el autor de Los Sum Sun Verdí emprende, en estos tiempos difíciles, el trayecto dificultoso de un nuevo peregrinaje, preocupado por la desprotección generalizada de la supervivencia de la Tierra y sus seres.

Este inconforme escudriñador de la realidad se ha empeñado en contribuir a develar la abominable corriente hacia el colapso, alertando acerca de los conatos del apocalipsis que nos asedia. En ese hilvanar se guía con una visión analítica, puesta sobre la estructura y la conducta del mundo contemporáneo, acaso en camino hacia mayores desastres en el porvenir, eso sin menospreciar la sensibilidad individual de los sentidos de cada quien, lejos de mal apropiarse de las latencias interiores de los prismas ascentrales.

Su propuesta no se desvía jamás de la noción de una necesaria refundación constante del mundo, compartirlo libremente en la relación del hombre con el medio ambiente donde habita. Tratar de hacer la existencia más armónica, con un equilibrio entre lo ético y lo estético. En su percepción, Carlos Angulo parece decirnos: «vamos a concebir, un mundo más acorde con la naturaleza original del Cosmos», alertándonos sobre los peligros ocultos en los indetenibles avances de la tecnología y la medicina en poder de las corporaciones industriales y financieras, donde se frunce el ceño cuando se propone la práctica de una bioética protectora del individuo y su propio entorno.

Los desaciertos de quienes adversan a Los Sum Sun Verdí obligan a pensar en un frente común, el desarrollo en una vanguardia a favor de la conquista de un nuevo orbe, donde provoque vivir, sin las atroces capas de angustias, expoliación y desasosiego, una trivia de razones suficientes para adentrarse en las páginas inquietantes de esta obra desacralizadora.